El periodista Jaime Peñafiel, quien tiene una amplia trayectoria en análisis de la realeza de su país, acompañó a los actuales reyes eméritos en casi todos sus viajes oficiales, aunque resintió que no fue invitado a la boda de Letizia Ortíz y del entonces príncipe Felipe, de quien en varias ocasiones ha desvelado secretos, como ese de que padece una enfermedad incurable.

Una de las primeras confesiones que hizo Peñafiel de Felipe VI, fue que en su juventud sufrió de bullying en la Academia Militar, cuando sus compañeros lo encerraron en un armario y no lo encontraron durante varias horas; lo hicieron arrastrarse entre las camas y cruzar todo un pasillo mientras le lanzaban todo tipo de cosas.

En su niñez, contó Jaime, el príncipe no tuvo mejor suerte y un día llegó llorando al Palacio de la Zarzuela porque no fue invitado a la fiesta de uno de sus compañeros de escuela; cuando doña Sofía intervino la explicación que le dieron fue que no fue convocado porque no sabían cuál era el protocolo para tratarlo durante la celebración.

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Ahora Peñafiel ha ido más allá y confesó la enfermedad incurable que padece el rey de España, quien está apunto de cumplir 53 años.

En su libro Anécdotas de oroJaime asegura que tiene narcolepsia, diagnóstico que le provoca unos deseos incontrolables de dormir en cualquier situación, sin poder controlarlo.

«Era un niño malcriado, flojo en sus estudios, con faltas de asistencia y puntualidad y déspota. Con un grave problema añadido: el sueño. Su pubertad le provocaba cierta vagancia, somnolencia y falta de interés general. Se quedaba dormido hasta de pie», dice un fragmento de la citada editorial.

El periodista también recordó en sus páginas cómo tenían que despertar al royal cuando era chico. Jaime explicó que diariamente, alrededor de las siete y media de la mañana, había que «tirarle de los pies, abrir las ventanas de par en par o llamarle por teléfono desde la centralita de Zarzuela».

«Si estaba sentado Felipe se dormía, por eso recomendaron que estuviera siempre de pie sin apoyarse, porque sino también se dormía. Y con los codos en la mesa dormía igual», abundó Peñafiel, que también detalló que en los años universitarios del rey: «La gobernanta tenía que recurrir a una bolsa de hielo en la cara».

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