Doris Wells - Cortesía

Aunque fue bautizada como Doris María Buonafina, toda Venezuela y gran parte de América la conoció como Doris Wells.

Fue galana de grandes historias que siguen en la memoria de quienes disfrutaron de la época dorada de la telenovela en nuestro país, cuando destacadísimos escritores teclearon dramas que se disfrutaron a través de la pantalla de RCTV y que quedaron para siempre en la memoria de varias generaciones.

Sus inicios

Caripito, estado Monagas, la vio nacer tal día como hoy, 28 de octubre de 1944. Llegó al mundo apenas ocho años antes de que se estableciera la televisión en Venezuela, una industria que la sedujo cuando se mudó a Caracas junto a su familia, tras la temprana muerte de su padre y luego de terminar la primaria en el Colegio Libertador, y en secreto de su familia se inscribió en la escuela de teatro que dirigía la gran Juana Sujo.

Su gracia y belleza conquistaron a un publicista que la convenció para hacer una publicidad de un jabón de tocador, cuando los productos eran ofrecidos en vivo a través de la pantalla chica. Desde entonces se lució como modelo en el canal de Quinta Crespo y después dio el salto a los dramáticos.

Se estrenó como actriz en “Historia de tres hermanas”, una producción que contó con grandísimas figuras de nuestra pantalla: Eva Blanco, Eva Moreno, Guillermo González y Raúl Amundaray. En esta historia del siglo XIX, la actriz se destacó como una protagonista poco habitual, pues se encargó de hacerle la vida de cuadritos a sus hermanas cuando las tres se fijan en un mismo hombre.

Doris, la menor de la familia, es ambiciosa, calculadora y despiadada, armas que usa en contra de su propia sangre. Ni “Teresa” o “Rubí” se atrevieron a tanto.

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Grandes personajes

“Renzo el gitano, “El mulato” y “Corazón salvaje” siguieron en el listado, todas ellas del canal de Quinta Crespo, una empresa con la que se casó. Estas propuestas sacaron todo su veneno, puesto a que hizo de malvada.

Pero en 1972 le llegó la oportunidad de protagonizar como Dios manda con Regina Carbonell, donde compartió créditos con Edmundo Arias, María Grazia Bianchi y Marisela Berti.

Siguieron Sacrificio de mujer, Raquel, Pobre negro y La Trepadora, esta última dirigida por Román Chalbaud, escrita nada más y nada menos que por José Ignacio Cabrujas e Isaac Chocrón, y basada en una novela homónima del mismísimo Rómulo Gallegos; en esta oportunidad compartió set de grabación con Gustavo Rodríguez, su coprotagonista, Hilda Vera y Chony Fuentes.

Pero fue con su papel de Pilar en La señora de Cárdenas (1977) que Wells consolidó su carrera. Original del gran Cabrujas, acompaña a una bella y joven mujer que cree tener el matrimonio soñado: nueve años de casada, un esposo al que ama y una hija a quien adora.

El día de su aniversario encuentra una nota en una camisa de Alberto (Miguel Ángel Landa) que le cayó como un balde de agua fría y con la que se da cuenta de que su esposo tiene una aventura. Confundida y sobre todo herida, cuenta todo a su mejor amiga, Liana (Cecilia Villarreal), sin saber que ella se involucrará más tarde con su marido.

Cansada de vivir rodeada de mentiras y traiciones, pide el divorcio y decide reconstruirse como mujer. Tras la separación y ante la insistencia de su ex para que lo perdone, Pilar se enfoca en su trabajo y goza de muchísimo éxito tanto profesional como personal, luego de conocer a Damián Galvéz (Héctor Mayerston), que más tarde será su segundo esposo y con quien tendrá un hijo.

La señora de Cárdenas se estrenó cuando todavía la sociedad era conservadora, los divorcios levantaban dimes y diretes, y las mujeres perdonaban las infidelidades de sus esposos. Rompió la tradición de las típicas telenovelas rosas y caló en los televidentes por parecerse a la realidad.

Foto cortesía
La señora de Cárdenas – Foto cortesía

Asimismo, dejaba un mensaje poderoso a las mujeres de romper las cadenas del machismo y a valorarse por encima de cualquier cosa. ¿Lo mejor de todo? Que ese final lo decidió el público.

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La audiencia tuvo voz y voto para el paso que dio la Señora de Cárdenas en su relación sentimental con el infiel de su pareja. Esto, además, le dio al dramático altos niveles de rating al registrar 80 puntos de preferencia, el éxito más alto que tuvo un programa de televisión venezolano.

Siguió demostrando sus habilidades camaleónicas al protagonizar junto a José Bardina la telenovela La fiera de Julio César Mármol; Gómez I, con Cecilia Villarreal, Miguel Ángel Landa y Gustavo Rodríguez; y ¿Qué pasó con Jacqueline?, donde compartió créditos con Jean Carlo Simancas y Raúl Amundaray.

Con “Un soltero en apuros” (1964) se estrenó en el séptimo arte. En el filme hacen cameos Cherry Navarro Estelita Del Llano, Luis D’Ubaldo y Mirla Castellanos.

Ese mismo año se desdobla para darle vida a Lidia en la película “Isla de sal”, de Clemente de la Cerda, donde tuvo grandes estrellas como compañeros de trabajo: Lila Morillo, Simón Díaz y Orángel Delfín.

No hay que dejar de lado La casa de agua, de Jacobo Penzo (1984), con Franklin Virgüez, Elba Escobar e Hilda Vera; y Oriana (1985), de Fina Torres, largometraje que recibió el galardón Cámara de Oro en el Festival de Cannes, que la llevó a su internacionalización.

Otras facetas

Tuvo una importante faceta como escritora y productora. Se estrenó como tal en 1982 en el cortometraje Porcelana, donde, acompañada por Carmen Julia Álvarez y Carlos Márquez, interpreta a una gerente exitosa que se enfrenta a la crisis de los 40 años, todo eso bajo la dirección de César Bolívar.

En la Navidad de 1984 continuó desarrollando su habilidad como escritora al adaptar el cuento “Paz en las alturas”, que contó con las actuaciones de Gladys Cáceres y Tomás Henríquez, así como la dirección de Carlos Porte.

El 11 de marzo de 1983 se atrevió a hacer activismo ciudadano y con un grupo de mujeres que no formaban parte de ningún partido político, se concentraron en la Plaza Bolívar de Caracas para hacer un llamado a la reflexión sobre la situación que vivía el país en aquel entonces, que pasaba por la crisis económica.

Cuatro años después, en 1987, se enfiló en el Movimiento Nueva República, que encabezaba Jorge Olavarría, pero su grave enfermedad la llevó a retirarse de la política.

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Últimos años

Doris Wells se retiró definitivamente de las telenovelas en 1986, cuando renunció a La dama de rosa, de Cabrujas. Como buena diva, la actriz tenía sus exigencias y cuando se enteró de que no era la protagonista de la producción decidió retirarse.

Aquello fue un escándalo, que quedó aderezado cuando Marina Baura, su sustituta, supo que el papel fue rechazado por una colega. Finalmente, Leyla Kebil de Clemente, el fulano personaje, terminó bajo la piel de Dalila Colombo.

Lo cierto es que esa fue su último dramático, mientras que su último unitario fue “La hora menguada” (1987), con la que le puso fin a los chismes de la prensa rosa que insistían en su supuesta rivalidad con Marina Baura.

También se le vio como presentadora de “Concurso millonario” con un jurado de lujo que conformaron Adriano González León, Elías Pino Iturrieta, Jesús Alberto León y Robert Rodríguez, pero en su última temporada fue sustituida por Napoleón Bravo por su delicado estado de salud.

En el primer trimestre de 1986, Doris Wells fue diagnosticada con cáncer de mama en fase metastásico. Recibió tratamiento en Buenos Aires, Argentina, y luego entró en remisión.

Dos años después, el 1 de septiembre de 1988, ingresó en una clínica capitalina y estuvo internada durante 20 días para tratar una crisis de metabolismo hepático, que se complicó por un cuadro neumónico agudo, resultado de un virus hospitalario que generó una deficiencia respiratoria.

Entró en la Unidad de Cuidados Intensivos y poco después entró en coma. Lamentablemente no pudo superar la situación y falleció el 20 de septiembre de 1988, en horas de la noche. Tenía tan solo 43 años de edad.

Dejó tres hijos, Marielva, Xavier y Verónica, fruto de su matrimonio con el exitoso abogado venezolano William Rísquez Iribarren, quien murió varios años antes.

“Fue conmovedor. Queríamos comentarte que nuestros recuerdos son sencillos y pocos, quizás porque no tuvimos la dicha de disfrutar a nuestros padres ni aprender de ellos lo suficiente. Siempre hemos sentido que nos quedamos cortos, se fueron muy pronto. Entre los hermanos nos llevamos más o menos un año de diferencia. Yo soy la mayor y mi hermana Verónica es la menor, cuando murió papá ella tenía sólo 14 años y cuando mamá, recién había cumplido los 17”, dijo su hija Marielva en una entrevista con VayaAlTeatro.

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