Mucho tiempo ha pasado desde la última vez que Cultura Profética se presentó en Caracas. “Creo que hace siete u ocho años”, dice Willy Rodríguez, voz de la agrupación puertorriqueña que está por aterrizar en suelo venezolano para presentarse en Valencia, el 27 de mayo, y en Caracas un día después.
La banda de reggae más importante de Latinoamérica vuelve a reencontrarse con su audiencia criolla, para la que Willy, vía Zoom, solo tiene bellas palabras: “La fanaticada en Venezuela siempre ha sido muy bonita y diferente, porque es como educada. Somos muy afines con los temas que tocamos en las canciones y eso nos hace tener un acercamiento más denso que en otros lugares”.
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Con una cercanía que hace dudar que se encuentra a miles de kilómetros de distancia, pues se puede creer que está sentado frente al equipo del Diario 2001 y no en Puerto Rico, comenta que “definitivamente los temas que se discuten en el diario vivir de nosotros como puertorriqueños también lo vive el venezolano, aunque desde otro punto de vista. Hemos sufrido de parte del colonialismo de Estados Unidos y ustedes del otro extremo, del supuesto socialismo que a la misma vez son dos caras de la misma cosa”.
El evento
Y sí, los extremos se parecen. Por eso su tema “Sobrevolando” se adaptó a las protestas de Puerto Rico y las venezolanas, que se registraron tiempo atrás. Por eso, adelanta Rodríguez, el tema no puede faltar en el set list de los performances del 27 y 28 próximo, al igual que “todos los clásicos de La dulzura, como La complicidad, Ilegal, Baja la tensión y Saca, prende y sorprende, habrá de todo un poco”.
“Lo menos que vamos a tocar es hora y media, pero yo quisiera tocar por lo menos dos horas y media porque queremos incluir mucho de toda la discografía, pero también queremos incluir varias del disco nuevo que no hemos hecho tanto, porque hemos estado en festivales y el tiempo es muy limitado”.
El papel del amor
Aunque el concierto que trae a Cultura Profética a Venezuela se enmarca dentro de su Sobrevolando Tour, a propósito de sus 25 años de formación, la agrupación acaba de cumplir 26 años.
Mucha agua ha corrido, pero “guardamos la sinceridad de los primeros años y las ganas de cambiar el mundo. Mucha gente, con el tiempo, se van haciendo de vidas más cómodas y se les olvida que hay gente que todavía padece y nosotros estamos en un lugar donde no hemos tenido un éxito tan grande que nos haya quitado los pies del piso. Seguimos teniendo los pies en el piso, seguimos padeciendo igual que la gente común, cualquiera que trabaje un 8 a 5”, asegura Willy.
Cree que él, Omar Silva (guitarra), Eliut González (bajo) y Juanqui Sulsona (teclados), integrantes de la banda, sí gozan de un privilegio y es poder vivir haciendo lo que aman, “pero no somos millonarios y agradezco vivir de esa manera por eso, porque seguimos en contacto con el padecer general de la sociedad y el día que falte eso creo, se pierden las letras”.
También ha aprendido en el camino que no todas las canciones tienen que ser un discurso “y que en el cantarle al amor y a las relaciones también hay un trabajo social muy importante. Lo he asumido así y me gusta mucho, aparte que me nace”.
Además confiesa que “siempre he sido un enamorado desde chiquito y me ha gustado la música melosa, dulce. Por eso me choca cuando me lo niegan, porque no se supone tú lo hagas, porque eres el cantante social. Me choca que la gente no entienda el papel del amor en todo”.
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