Estos artistas cambiaron fama por sector servicios

Durante años, cantaron, bailaron y vivieron al ritmo de la fama. Sus rostros acaparaban la atención de los medios, conquistando cientos de corazones. Pero la decisión de mirar hacia otros horizontes, los despojó del halo de la popularidad, de las cámaras, y también de los autógrafos, al optar por irse y convertirse en inmigrantes. Les tocó comenzar de cero, sin reconocimiento instantáneo, y hacer de su profesión un recuerdo.

Personalidades como Ricardo Álamo, recordado por su participación en dramáticos venezolanos desde 1992, como Cara Sucia o la Loba Herida; y más adelante, Mis 3 hermanas, Juana la virgen y La mujer perfecta; Jalymar Salomón, consentida de la televisión venezolana por su desparpajo en El club de los tigritos; Daniel Martínez, recordado ancla que conducía con picardía ¡Sálvese quien pueda!, transmitido por Venevisión desde 2003 hasta 2009; y hasta la actriz Fedra López, que siendo argentina desarrolló una prolífica carrera artística en dramáticos y tablas venezolanas, han evidenciado que el sueño americano comienza lavando platos sucios, en lugar de aplausos.

En 2017, cuando Anarella Bono, animadora de Lo Actual, programa transmitido por el canal de la bolita roja, criticó a sus compañeros artistas que estaban fuera de Venezuela y tenían el atrevimiento de hablar sobre la situación país, el actor Ricardo Álamo manifestó su molestia, sin mencionarla directamente; compartió un video en su cuenta de Instagram, e instó a sus compañeros del gremio a ser responsables y tener acciones consecuentes con la realidad del país.

Sin embargo, días después –con calma y sin titubeos– Álamó hizo público su usuario de Uber, y explicó que a veces también debe brindar el servicio de transporte, para completar la cuota del mes, pues no todo es color de rosa en Miami. En la actualidad, cocina un proyecto dramático del que no ha querido soltar prenda.

Días de pasar roncha

Posterior al cierre del canal RCTV, muchos fueron los que hicieron maletas y se replantearon su futuro inmediato; entre ellos se encontraba Jalymar Salomón, quien al llegar a Miami pasó de animar tigritos, a buscar cómo matarlos. Entre sus múltiples trabajos, probó con tarjetas de presentación como maquilladora, las cuales repartía en la calle, o entre los contactos que iba haciendo.

Durante las pruebas de fuego que atravesó su ego, un día la llamaron para una pauta, sacó su kit y, al levantar la mirada, se dio cuenta de que su clienta era Chiquinquirá Delgado.

Luego de un año de anonimato, consiguió un casting en Telemundo, planta que le dio la oportunidad de desempeñarse en un pequeño papel para una de sus telenovelas. No obstante, llegó una coprotagonista a su historia, su hija Alana, y se dedicó a ella. De esa manera, pasó a ubicarse por un tiempo sobre las tablas.

A buscar la locha 

Meses atrás, Daniel Martínez reconoció que, a veces, hay que buscar un nuevo oficio y hacerlo muy bien para salir de los gastos. El animador venezolano utilizó su cuenta de Instagram, para narrar su experiencia como mesonero en un restaurante de Florida.

Como dicen por ahí, nadie vive del teatro. Por lo tanto, decidió poner en pausa su carrera, para dedicarse por completo al trabajo que le ha generado mayores ingresos económicos.

“Sé que no soy el único que ha pasado por esto, me he nutrido de la experiencia de otras personas que lo hicieron antes que yo, y espero ser de ayuda para los que están pensando hacerlo ahora. Así que, si les sirve de algo, ¡aquí estoy!”, expuso.

No es ningún secreto que algunas figuras de la pantalla chica venezolana, han terminado ejerciendo oficios lejanos a lo que desempeñaban en suelo patrio. Fedra López, pasó gran parte de su vida en Venezuela, y participó en más de 10 producciones nacionales; sin embargo, tras su llegada a la ciudad de Miami, tuvo que trabajar como taxista. Un impulso que le permitió, además, y como al resto, entender que la fama es efímera, y que para sobrevivir no hay oficio menor, siempre que se actúe con fe y ganas de salir adelante.

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