Una escultura de concreto rosa fue colocada la semana pasada en un museo al aire libre en el estado de Pernambuco en Brasil. Lo peculiar, es que asemeja la forma de una vulva gigante.
Diva, como fue bautizada por la artista Juliana Notari, creadora de la obra, desató polémica en el país suramericano entre los representantes conservadores e izquierdistas.
La escultura forma parte de la segunda edición del Proyecto de Residencia Artísticas realizado por el Museo de Arte Moderno Aloisio Magallanes. Juliana alza la voz en contra del «abuso secular» sufrido por las mujeres y «abre las heridas» de una cultura aporreada por el actual Gobierno.
«Estamos cargados de esa energía de la opresión, especialmente en los asuntos de feminidad, con una mujer reprimida a lo largo de siglos por hombres blancos que tienen el dominio de su cuerpo, desde la medicina hasta la estética, con patrones patriarcales, y la propuesta es que las personas se desprendan de esa lectura», afirma Notari en entrevista para EFE.
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En referencia a la postura del actual presidente de esa nación, la escultora continua diciendo: “La obra abre heridas y levanta una voz en este período que vivimos desde hace dos años, en el que han retrocedido algunos valores de la cultura y la educación, que son los más atacados por la extrema derecha en Brasil».
La polémica escultura de concreto y resina de 33 metros de largo y once de ancho fue producida a partir de una excavación de seis metros de profundidad en la tierra, en una pequeña montaña.
Diva es una obra hecha a mano, cuya construcción estuvo dirigida por el ingeniero Roberto Gatis. Su creadora explica que para realizarla no fue posible utilizar una excavadora porque esta no permitiría tallar los relieves precisos que necesitaba la estructura.
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