Este 24 de marzo falleció en París Manu Dibango, con 86 años. El saxofonista camerunés había sido hospitalizado hace seis días, a consecuencia del Covid-19.

Fue el autor de “Soul makossa”, uno de los primeros éxitos mundiales de la música africana. Mucho antes de la implantación de la world music, Dibango ejerció como difusor global de los ritmos africanos, colaborando con artistas de diferentes géneros y países.

Emmanuel Dibango nació el 12 de diciembre de 1933, en Duala, la ciudad principal de lo que entonces era la colonia francesa de Camerún. Hijo de una costurera y un funcionario, de diferentes etnias, se reveló como un chaval espabilado y fue enviado en 1949 en barco a estudiar a la metrópoli; para sus primeros gastos, en su equipaje llevaba un saquito con tres kilos de café, una anécdota que luego serviría para titular su primera autobiografía.

Para decepción de sus padres, en Francia Manu descuidaría el bachillerato al descubrir el jazz gracias a un compatriota erudito, el futuro cantautor Francis Bebey. Poco a poco, se convirtió en músico profesional, primero con el piano y luego con el saxo.

En Bruselas conoció a la que sería su esposa, la modelo Coco, y simpatizó con un popular artista congoleño, Grand Kallé, que le fichó para su banda y le llevó a Léopoldville, luego rebautizada como Kinshasa.

De vuelta a Europa en 1965, no tuvo problemas para encontrar trabajo: era cordial como persona y flexible como músico. Tocó con figuras como Nino Ferrer y Dick Rivers, colaboró en cine y publicidad mientras desarrollaba discos que hibridaban sus raíces africanas con el soul y el jazz. Ya contaba con tres elepés en el mercado cuando publicó en 1972 “Soul makossa” de forma discreta, como cara B de un single.

“Soul makossa” sufrió un tropiezo en Estados Unidos. Antes de que el sello Atlantic se hiciera con los derechos para su publicación, se editaron numerosas versiones, con lo que el éxito se repartió entre diferentes artistas.EFE

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